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Que si le tocó buena dote, que si quedó garantizada la penuria, aparentemente disminuirá el odio hacia su ex pero no, no sucede así. Los pleitos y los roces siguen por secula seculorum.
Parecería que las leyes mexicanas están creadas para separar a las familias de verdad, sin importarles la convivencia ni las relaciones que unían a esas familias. No solo la llevan quienes se separan, que en realidad son los que deberían llevar toda la “pena” o “carga” del divorcio. No, la llevan los hijos, la llevan los abuelos sean maternos o paternos. Cuando la razón se concede a la mujer, serán los abuelos paternos quienes lleven esa desventaja.

No habrá más de chile ni de pistache.
Las piñatas o los días de cumpleaños de tus nietos, serán festejados por la mamá en su casa, o en la casa de la abuela materna o de la bisabuela, si existe, y los abuelos paternos no tienen ningún derecho de estar en esas convivencias. No pueden gozar de esos momentos que vivieron desde que nacieron. Porque ¿quien los vio nacer? Los

¿Cuales son los patrones de conducta que se forman? Obvio, los de la familia materna. Y si en esta familia ha habido muchas separaciones por cuestiones de infelicidad, los patrones culturales que se forman, tengan la seguridad que los nietos vivirán estas experiencias como propias. Se casaran y se divorciaran y así será por tiempo indefinido. Porque son los patrones culturales de la desgracia y de la infelicidad que han recibido de parte de una familia que no los ha querido. Que no los ha inculcado en el amor de la pareja. Son producto de una pareja separada.
Y eso lo han provocado las leyes mexicanas que favorecen esos patrones. Esas leyes no buscan la

Aun cuando lo digan. Son posturas. Se han creado organismos públicos de defensa de los derechos de las familias. De los hijos. De la violencia intrafamiliar. Pero quienes más la provocan son quienes han creado esas leyes. Por que la aplicación de esos reglamentos, de esas leyes, queda en manos de personas que han sufrido amargamente en sus vidas. No hay leyes que sirvan para encontrar esa felicidad que existía en la familia antes de separarse. Todos buscan llevar agua para su molino, de los abogados que intervienen en los pleitos, que son los más enredadores, hasta los juzgadores, que han vivido prácticas separatistas desde que nacieron.
Un sistema que provoca infelicidad es un mal sistema. Unas leyes que rompen los lazos familiares son malas leyes. Cuando los legisladores dejen de estar “papando moscas” y se den cuanta que las separaciones de las parejas nunca conducirán a la felicidad de los hijos. Mucho menos a la de los abuelos. Que esos si, se quedan “papando moscas”.
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