Los Mochisn, Sinaloa..
El sábado partimos raudos y veloces rumbo a Los Mochis, por esa súper carretera mal llamada autopista, llena de baches, de parches mal realizados lo que hace que cuando uno viaja por ella, pareciera que va en una barca moviéndose para arriba y para abajo como vaivén, sin termino. Bueno, el caso es que los campos llenos de maíz, ahí están esperando para que se coseche esta gramínea que vendrá a dar riqueza a tanto puerco que se la consumirá.
En un santiamén, llegamos a avistar el cerro del Vigía que es la entrada de esta prospera ciudad en otro tiempo cañera por antonomasia. Hoy solo les queda la peste del ingenio y las colillas que se queman de la poca caña de azúcar que beneficia este ingenio que vio nacer la ciudad de los cañeros. Ahí, donde estaba la vieja ciudad americana, se esta levantando un centro comercial en lugar de aquellas casas históricas que levantara Mr. Johnston, fundador de esa ciudad merecedora de mejores cosas que construyeron Los Mochis. Aquella expresión hueca que había de "Los Mochisn, pa'los puercos ", se debía a que esta ciudad antes de haber sido pavimentada por el concreto del progreso, era una verdadera estiercolada de lodo. No se podía transitar en época de lluvias porque las calles inundadas de lodo, de ese lodo pegajoso proveniente de una tierra de arcilla, buena para hacer figuras de barro, llenaba todas las áreas haciendo imposible el tráfico vehicular. Hasta que llego alguien y empezó la pavimentación de Los Mochis. El mote, se acabo.
Bueno, llegamos, como digo, raudos y veloces. Mi manita linda nos estaba esperando con sus hijos, el Gudi, la Guedelia, y la flaquilla embramada, hija del Gudi y la Gudelia. Viene siendo el nieto, porque la Gudelia es su hija, misma que tuvo con la Campanita, que nos acompaño en este viaje junto con el Chiquillo, mi nieto Sergio. El caso es que nos encontramos de repente con una escena de esas calientes. El mentado Gudi queriendo echarse a la nieta-hija sin ninguna contemplación. Que bárbaro de cabrón.
Traíamos un hambre cabrona, eso si. Entonces mi manita dice: vamos por unos pollos al Rico Pollo, que pleonasmo. Pues si, estaban bien ricos. Les dimos el mate en un santiamén. Después de la comidita, reposamos, platicamos, chateamos, nos dijimos nuestras cuitas, nos abrazamos, en fin, intercambiamos lo que los hermanitos cambian. Amor, noticias, actualizaciones.
Por la tarde noche, nos fuimos a la mentada Comer. Para no perder la costumbre, la Mega Comer de los Mochis esta bien padre. Todo ordenado, todo nuevo. Pan igual de rico que el de la Comer de Culiacán. Compramos lo indispensable. De ahí nos fuimos, no podíamos faltar, a ingerir ese platillo tradicional de los Mochis, las mentadas gorditas de pollo desmenuzado, con una salsa riquísima que hacen ahí enfrente del Sam's que está en la entrada de los Mochisn. Engullimos nuestras gorditas riquísimas, y retornamos a la casita de mi Manita, que, curiosamente, se encuentra entre las calles de los poetas Díaz Mirón y Sor Juana Inés de la Cruz. Mi nieto estaba encantado porque lo habían dejado ir sus papas con sus abuelos y estaba muy emocionado jugando al Hob ese juego de la compu inacabable que quita y pone. Bueno, ahí estuvimos dale y dale a la platicada, hasta que nos gano el sueño. Y ahí quede, estirado con mis perritos al lado –vean foto- y encantado de tanta platicada. Tuve, obvio, sueños muy placenteros de tanta felicidad encontrada.
Ya pasaron los días, y regresamos como raudos a nuestra ciudad capital Culiacán. Llegamos y luego luego, la Campanita recorrió todo su territorio, husmeando por aquí y por allá, viendo si no se los había metido algún cabrón de esos que hay y que se llaman ladrones. No, afortunadamente todo estaba en orden. Eso sí, con un calor de la modere.
Para terminar, aquí les dejo una fotito de una chihua coronada. Bien bonita.