jueves, 3 de mayo de 2012

las muertes de los periodistas

Recientemente asesinaron a una periodista reportera de Proceso, en Veracruz, al parecer asfixiada después de haber sido humillada y golpeada. ¿Cuál fue el motivo? Se ignora, pero los gremiales han especulado que se debió –su muerte- a que fue muy valiente siempre al escribir, que no tenia tapujos, que era una brillante periodista, investigadora, acuciosa, veraz, oportuna, simpática y que le caía bien a todos, que no había ninguno que no la quisiera. Con todos esos atributos, ¿quién se atrevería a asesinarla?. Solamente un pelafustán o alguien a quien haya censurado o criticado en sus textos informativos publicados por esa incisiva revista menos comercializada y no con tantos y tantos simpatizantes como tiene ahora. Bueno el caso es que siempre sucede algo así. Es el cantar de las sirenas. El plañidero de las viudas. El llorar de los que se sienten amenazados por quien sabe quién y que temen por su vida. Inician toda clase de protestas a través de sus columnas, escritos, que ya quisiera cualquier candidato disponer de tanto y tanto relato de la persona asesinada. O en este caso, del periodista que respetamos su memoria. Es tanta la protesta que hasta las fuerzas vivas y las muertas se despiertan en protesta tan singular. Queremos justicia, exigen. Muerte a los asesinos de quienes solo tienen la pluma para defenderse. Que los quemen a fuego lento. Piden. Muchos epítetos y pocas nueces. Bueno, no tantas. Porque hasta los que no sirven para nada y nos cuestan un ojo de la cara, los diputados, hacen leyes especiales para defender a los periodistas de las balas de los maleantes. Me imagino un artículo de la citada ley: “si ven ustedes que viene una bala en su contra, más vale que corran”. Y así por el estilo todo el articulado de la mentada ley pro defensa de los sufridos y mal pagados periodistas. Incomprendida su labor. Ellos están al frente de una responsabilidad cabrona. No crean ustedes. Hacen desfiles acompañados de los y las candidatos y candidatas a diputados para que las leyes se apliquen con todo el rigor. No haya contemplaciones. Y como disponen de los medios de difusión, las entrevistas que se “avientan” son una verdadera pieza digna de un libro de historia que pasara a eso, precisamente, a la historia. Y es que muchos periodistas se han convertido en intocables. En unas verdaderas vedettes, sino pregúntenle a los que controlan los noticiarios de las cadenas televisivas. Se creen, algunos o muchos, inventores del hilo negro. No hay peor ofensa que la muerte de un periodista que estaba cumpliendo con su deber. Se encontraba con la pluma solamente y de repente le metieron un balazo de una 9 milímetros. Lei en un periódico local que estaba un pobre amigo sentadito en su casa viendo televisión cuando llego un asaltante irrumpió su programa favorito que creo era el de las noticias, y pam, pam, le metió dos balazos en la cabeza. Pobre diablo. Viene esto al tema porque me pregunto: ¿Qué pasa con todos aquellos asesinados que, al igual que los periodistas, mueren a balazos ahí, en sus casas, en su trabajo, en su vehículo, cuando están con su familia, en su campo u donde sea?. Recuerdo el caso de un amigo pollero que trabajador el como nunca, estaba sentado en su negocio cuando llego un malhechor y le exigió el dinero de la venta del día para drogarse. El amigo pollero le respondió que con qué derecho, si era el fruto de su trabajo. Ah, ¿no me lo das?, le dijo y acto seguido le metió tres balazos calibre 38 que lo dejaron tieso. Nadie protesto. Nadie hizo una apología del crimen. Nadie. El amigo quedo ahí, tirado, y los empleados que lo vieron, llorando a su lado. De este crimen, como de muchos, pero muchos, han quedado ahí, en el acontecimiento sin que nadie pueda decir que agarraron al asesino. No hay una estadística, pero creo que son más los asesinados a mansalva que los periodistas. Y si habláramos de derechos, diríamos que ambos, los periodistas y los anónimos, son iguales. Tienen la misma calidad de seres humanos. La desgracia de éstos es que no tienen pluma que los defienda. Ni tampoco leyes que sean especiales para los asesinados impunemente y que quedan ahí para la estadística. ¿Cuántos de esos casi 50 mil que hablan de la “guerra” del narco, han sido aclarados?. Así que por favor señores periodistas, son mas muchos los que han caído en este país y que nadie, pero nadie, los ha defendido con tanto ahínco. Ni siquiera sus propios deudos. No le hagan al monje loco. No es por ahí. Sean humanos, o humanícense en las penas nacionales. Sean solidarios, así como lo son con sus agremiados, con los demás asesinados que fueron acribillados a tiros, muchos de ellos, sin deberla ni temerla. El albañil, el carpintero, el taquero, el nevero, el dependiente, la ama de casa, el oficinista, el policía, el militar, el profesionista, tantos y tantos que han caído por muchas veces “quítame estas pajas”. La criminalidad que ronda al país, no se va a terminar con leyes y más leyes. Y menos leyes específicas para determinados gremios que solo los exponen más. Cambiemos la actitud de los mexicanos. Y la nuestra propia. Porque así, ¿creen ustedes que alguna vez lograremos alcanzar el sueño del progreso equilibrado y equitativo?.(sm)

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