miércoles, 3 de abril de 2013

los taladores modernos, lease CFE.


Siempre me ha gustado tener al frente de mi casita, alguno que otro arbolillo que nos protege de las inclemencias del tiempo, ya que nos dan sombra. Así, he plantado desde pingüicas, lluvias de oro, tulipanes africanos hasta los últimos 4 que fueron olivos negros. Estos olivos negros se han adaptado a nuestra ecología y temperatura climática, reverdeciendo y arborizando múltiples calles y avenidas de nuestra ciudad. Estos últimos cuatro no eran la excepción.

talados los pobres
Bellos ellos. Lucían con todo su esplendor y colorido y cuales guardianes de las inclemencias, hacían su labor de protección obsequiándonos las sombras necesarias para guarecernos del astro rey. Además de que servían de casa de más de algún pajarito que feliz vivía y hacia su nido en ellos. Un buen día de dios, llegaron los taladores modernos. Escudados en una dizque empresa de carácter mundial, léase CFE, y dizque por prevenir los daños que ocasionan las lluvias en esta torrencial ciudad, nos pidieron permiso para emparejar los mentados olivos negros. Craso error que nos ha pesado porque lejos de emparejarlos, los talaron sin misericordia. No les importo que tenían 10 o más años de vida. Se trataba de tasajearlos hasta dejarlos “bichis”. Trajeron un aparato super cortador que mocho prácticamente todos los arbolitos. Los encueraron. Los cuasi mataron.
me dejaron encabronado





les valieron madres 

Les llamé por teléfono. Un fulano me contestó diciéndome que eran la empresa de carácter mundial, única en México, que se dedica a tasajear los arboles que se les pongan en frente con tal de proteger las líneas eléctricas para que cuando llueve, no tengan problemas de proporcionar el mentado caro servicio eléctrico. No tenemos jardineros, me dijo el fulano. Oiga, le dije, lo que hicieron con mis arbolitos va contra la naturaleza y deja mucho que desear de esa empresa de carácter mundial. Lo que deberían hacer, le dije, es colocar sus cables eléctricos de manera oculta en todas las calles para que asi nunca tengan problemas con las lluvias y los vientos. Ja!, me espetó. Eso nunca lo verá usted señor mío. Es un sueño que no se va a realizar. Porque, ¿se imagina? ¿Cuántos compañeros que se dedican a tasajear se quedarían sin empleo?. Nunca.

Acto seguido me colgó el auricular.


Les tuve que echar a la Campanita que mas se encabrono..

Tuve que llamarle al Cuate, que ese si es jardinero tasajeador con calidad, para que me terminara de talar los arbolitos olivos negros que tengo al frente de mi casa. Con el tiempo, me dijo el Cuate, van a brotar y entonces se pondrán más bonitos que como estaban.


Eso si, pura madre les vuelvo a dar permiso a los taladores CEFES para que me los corten. 

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