Siempre me ha gustado tener al frente de mi casita, alguno
que otro arbolillo que nos protege de las inclemencias del tiempo, ya que nos
dan sombra. Así, he plantado desde pingüicas, lluvias de oro, tulipanes africanos hasta los últimos 4 que fueron olivos negros. Estos olivos negros se
han adaptado a nuestra ecología y temperatura climática, reverdeciendo y arborizando
múltiples calles y avenidas de nuestra ciudad. Estos últimos cuatro no eran la excepción.
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talados los pobres |
Bellos ellos. Lucían con todo su esplendor y colorido y
cuales guardianes de las inclemencias, hacían su labor de protección obsequiándonos
las sombras necesarias para guarecernos del astro rey. Además de que servían de
casa de más de algún pajarito que feliz vivía y hacia su nido en ellos. Un buen día de dios, llegaron los taladores modernos. Escudados
en una dizque empresa de carácter mundial, léase CFE, y dizque por prevenir los
daños que ocasionan las lluvias en esta torrencial ciudad, nos pidieron permiso
para emparejar los mentados olivos negros. Craso error que nos ha pesado porque
lejos de emparejarlos, los talaron sin misericordia. No les importo que tenían 10
o más años de vida. Se trataba de tasajearlos hasta dejarlos “bichis”. Trajeron
un aparato super cortador que mocho prácticamente todos los arbolitos. Los encueraron.
Los cuasi mataron.
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me dejaron encabronado
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les valieron madres |
Les llamé por teléfono. Un fulano me contestó diciéndome que
eran la empresa de carácter mundial, única en México, que se dedica a tasajear los
arboles que se les pongan en frente con tal de proteger las líneas eléctricas para que cuando llueve, no tengan problemas de proporcionar el mentado caro
servicio eléctrico. No tenemos jardineros, me dijo el fulano. Oiga, le dije, lo
que hicieron con mis arbolitos va contra la naturaleza y deja mucho que desear
de esa empresa de carácter mundial. Lo que deberían hacer, le dije, es colocar
sus cables eléctricos de manera oculta en todas las calles para que asi nunca
tengan problemas con las lluvias y los vientos. Ja!, me espetó. Eso nunca lo
verá usted señor mío. Es un sueño que no se va a realizar. Porque, ¿se imagina?
¿Cuántos compañeros que se dedican a tasajear se quedarían sin empleo?. Nunca.
Acto seguido me colgó el auricular.
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Les tuve que echar a la Campanita que mas se encabrono..
Tuve que llamarle al Cuate, que ese si es jardinero
tasajeador con calidad, para que me terminara de talar los arbolitos olivos
negros que tengo al frente de mi casa. Con el tiempo, me dijo el Cuate, van a
brotar y entonces se pondrán más bonitos que como estaban.
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Eso si, pura madre les vuelvo a dar permiso a los taladores CEFES para que me los corten.
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