Escribe: Papulito.
Ya descansas, tocayo, Guillermo Washington.
Querer hacer una semblanza de tu memoria, es difícil. Fuiste
como un sol en la vida. Ilustrabas y enseñabas. Todo lo quisiste hacer. Todo lo
hiciste. Incorrupto, insobornable, recto, honesto, integro, cabal caballero,
rotario como pocos. Limpio.
Tu vida siempre fue una lucha constante contra la
ignorancia. Contra los conformistas. Contra los indolentes. Me distinguiste con
tu amistad de muchos años. Éramos egresados de una escuela marista, donde
estuviste en la primaria, en la secundaria y en el colegio México. Hasta que
ingresaste a la escuela de Medicina donde estudiaste la carrera de doctor y
además la especialidad en oftalmología.
Tu actividad como médico y profesionista sirvió de ejemplo a
muchos que quisieron imitarte.
Escribiste tus diarios en las páginas del diario Noroeste.
Cuando deje de ver tu columna, hará cuatro o cinco semanas, me dije que sí, ya
estabas mal. Cuando te descubrieron tu enfermedad, hace ya dos años o más, no
te doblegaste ni un milímetro. Fuiste recio.
Paso el tiempo y tu mal se fue agravando. Pero no cejaste en
tu diaria actividad a donde cumplías cual devoción, en tu consulta diaria a la
que fuiste recortando por tu mermada salud. Pero ahí estabas, como vigilante de
tu actividad y de tus quehaceres.
Tu profesión te llevo a la política, habiendo sido diputado
local por un partido que no supo aprovechar tu dinamismo ni tu honradez, pero
sobre todo, tu buena fe. Pusiste en marcha el programa rotario de vigilantes
comunitarios que con tanto éxito lo promovió Frank Devlin a nivel mundial.
Fuiste gobernador de distrito rotario y conmoviste con tu inquietud a muchos
clubes que se mostraban apáticos y desinteresados por cumplir con su cometido.
Los conmoviste y los moviste a que hicieron de si, lo que tenías en las venas
inquietas del servicio.
Así fue como también formaste el Jardín del Arte, agrupación
de pintores quienes inquietados por tu fuerza, han formado una corriente de
artistas que dejan en su lienzo los colores de la vida, que tú plasmaste
durante mucho tiempo en los cuadros que pintaste. Tengo varios de ellos que me
obsequiaste, llenos de fuerza y como mensaje de lo que se puede hacer cuando se
quiere. Recientemente te homenajearon las autoridades culturales de Sinaloa,
como otorgando honor a quien honor merece.
Así como creaste el Jardín del Arte antes habías creado el
Jardín de la Colonia Chapultepec, que con muchas vicisitudes lograste rescatar
y fundar para beneficio de los colonos quienes a lo mejor recuerdan algo de lo
que hiciste por ellos. Ojala.
Tu vida no paso en vano. No sé cuantas columnas escribiste
en esas semblanzas de Mi ciudad a la que siempre quisiste rescatar de la
ignominia. Que dura batalla tenias cuando luchabas por ese valladar casi
insuperable, al que sin tomar en cuenta, vencías con las palabras, que sin
encontrar el eco que esperabas, sembraban la semilla que seguramente brotará en
tu memoria.
Fuiste un caballero del servicio y de la bondad. Sembraste
la amistad donde los surcos recién abiertos al cultivo, recibían la semilla de
tu mejor selección para engrandecerla y multiplicarla.
Dejas muchos amigos. Muchos conocidos. Muchos agradecidos
por tus consejos y por tus benevolencias
en tu actitud.
Fuiste grande. Eres grande.
Descansa en paz.
(escrito en la memoria de mi tocayo GUILLERMO WASHINGTON GARZA, fallecido en este año 2014)